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ESCRIBETÓN

Cruza el umbral de la escritura,

una y otra vez,

hasta que se borre la puerta.

Fuego blanco

Hay noches en que las palabras duermen
como semillas enterradas en el silencio,
y el poeta camina en círculos
buscando la llave perdida de su voz.

Hay días en que el verso se esconde
tras la bruma espesa de lo cotidiano,
y la página en blanco se extiende
como un desierto sin oasis.

Pero escucha, hermano de la tinta,
hermana del papel y la metáfora:
existe una carrera donde las palabras despiertan,
donde el silencio se convierte en canto,
donde tu voz encuentra su eco
en el coro infinito de quienes escriben.

Se llama escribetón, y es el camino donde el tiempo se pliega,
donde los días se miden en versos
y las horas en estrofas nacientes.
Es la travesía que emprenden
quienes han elegido la escritura
como espacio de vida.

Hay dos formas de correr esa carrera sagrada:

La primera es el maratón de las palabras,
la carrera larga de la resistencia,
donde el poeta aprende que escribir
no es un relámpago de inspiración
sino un río que fluye día tras día,
constante como el latido del corazón.

Aquí cada amanecer
es una nuevo encuentro con la página que te espera,
cada atardecer,
una pequeña victoria sobre el silencio y el cansancio.
Aquí aprendes que la musa no es una diosa caprichosa
sino una compañera fiel que acude cuando la llamas
con la constancia de tu práctica.

La segunda forma es el sprint de la intensidad,
el torrente concentrado del alma que se vuelca sobre el papel
como cascada impetuosa.
Es el fuego blanco de la creación
que transforma en pocas horas
lo que antes te parecía imposible: encontrar tu voz verdadera.
En el sprint aprendes que el tiempo
es maleable como arcilla blanda,
que en una tarde concentrada
puedes recorrer distancias
que antes te tomaban meses,
que la urgencia dulce de escribir
puede abrirte puertas interiores que ni sabías que existían.

En el maratón como en el sprint,
sucede lo mismo: la magia.
Esa magia que convierte a quien escribe
en explorador de sí,
que transforma al poeta en arqueólogo de su propia alma,
excavando con palabras hasta encontrar tesoros enterrados
que brillan como gemas en la oscuridad de lo desconocido.

En el escribetón descubres que escribir
no es solo llenar páginas de palabras
sino convertirte en puente entre el silencio y la música,
entre lo que existe y lo que sueña existir,
entre quien eras ayer y quien quieres ser mañana.

Cada día de esta carrera eres un poco más tú:
un poco más libre,
un poco más capaz de decir lo indecible,
de dar forma al viento
y color a la transparencia.

Y al final del viaje,
cuando mires hacia atrás y veas el sendero recorrido
marcado por las palabras que dejaste como huellas,
comprenderás que no has llegado a un destino final
sino que has encontrado un nuevo punto de partida.
Porque la carrera verdadera es la que llevas dentro,
la que has despertado y que ya no volverá a dormir.
Es la certeza de que tus palabras tienen el poder
de transformar el mundo,
de transformarte a ti.

Así que escucha la llamada, poeta.
Hay carreras que solo se corren cuando el alma está lista,
travesías que esperan en el filo mismo del amanecer.

En algún lugar te espera la página que cambiará tu vida,
el verso que buscabas sin saber que lo buscabas,
la palabra exacta que dará sentido a todo lo vivido.
Solo tú sabes si este es tu momento,
si esta es tu llamada al camino sagrado de la escritura.
Solo tú sabes, poeta.

Enterrados

Día cinco de mi escribetón de siete días. Llevaba ciento veinte horas escribiendo sin parar—apenas tres horas de sueño cada noche, café frío y dedos que se movían solos sobre el teclado—cuando el tipo del 4B murió un martes.

El jueves ya estaban vaciando su apartamento. Desde mi ventana, con los ojos rojos de mirar la pantalla, los vi sacar las cosas de siempre: un televisor, cajas de libros, una guitarra sin cuerdas. Pero al atardecer apareció algo que me hizo apartar la laptop y bajar corriendo.

Una maleta vieja, de cuero agrietado, que se había abierto al caer. De ella se derramaron cientos de papeles manuscritos que el viento comenzó a dispersar por toda la calle.

Los vecinos corrían tras las hojas como niños persiguiendo billetes. Yo atrapé una que se había pegado contra el semáforo. Con letra cuidadosa, fecha precisa: “Día 247: Hoy seguí a la mujer del 2A hasta el supermercado. Compró exactamente lo mismo que la semana pasada, pero esta vez llevaba guantes de jardín. Se está preparando.”

Cogí otra, mismo papel, misma letra constante: “Día 180: El portero finge limpiar el vestíbulo, pero está contando nuestros pasos. Anota algo cada vez que alguien sube o baja. Su libreta está llena de números.”Y otra más: “Día 95…” Y otra: “Día 68…” Todas numeradas, todas fechadas. Reconocí inmediatamente la disciplina: era un corredor como yo, pero de distancia larga. Donde yo había elegido la velocidad del fuego, él había preferido la constancia del agua que esculpe cañones.

Cuando terminé de leer, me di cuenta de que todos los vecinos estaban inmóviles en medio de la calle, cada uno con un papel en las manos, leyendo sobre sus propias vidas escritas por un muerto que había convertido nuestras rutinas en historias.

El silencio duró hasta que la mujer del 2A se quitó lentamente los guantes de jardín.
Debajo había tierra fresca.

Respira, corre

PERSONAJES:

  • ELENA, 32 años, lleva un cuaderno gastado
  • MARCOS, 35 años, teclea furiosamente en su teléfono

ESCENA: Sala de espera de un hospital. Dos sillas. Elena está sentada, escribiendo lentamente en un cuaderno con letra cuidadosa. Marcos entra como una tormenta, se sienta, saca el teléfono y comienza a teclear frenéticamente.

MARCOS: (Sin levantar la vista) ¿Cuánto llevas aquí?

ELENA: (Sigue escribiendo) Tres horas.

MARCOS: ¿Tres horas haciendo qué?

ELENA: Esto. (Señala el cuaderno sin dejar de escribir)

MARCOS: (Por primera vez mira) ¿Escribes cartas?

ELENA: Observaciones.

MARCOS: ¿De qué?

ELENA: De todo. La enfermera se ha cambiado los zapatos dos veces. El hombre del traje azul ha leído la misma página durante veinte minutos. Tú has tecleado cuatrocientas palabras desde que entraste.

MARCOS: (Para de teclear) ¿Me has estado contando?

ELENA: No. Lo sé por el ritmo. (Pausa) ¿Qué escribes tú?

MARCOS: Un guion. Tengo que terminarlo antes de que salga mi madre de cirugía o se me va la inspiración.

ELENA: ¿Cuánto llevas?

MARCOS: Doce horas seguidas. No he dormido. No he comido. Cuando empiezo algo así no puedo parar hasta terminarlo. Es mi forma de correr.

ELENA: ¿Correr?

MARCOS: Mi escribetón. Siete días a full, sin parar. Como un sprint. (Continúa escribiendo) ¿Y tú?

ELENA: (Continúa escribiendo) Yo empecé este cuaderno hace cuatro años.

MARCOS: ¿El mismo?

ELENA: El mismo proyecto. Una página cada día. Sin falta. Llueva o truene. Mi propio escribetón, pero de distancia larga.

MARCOS: (Deja el teléfono) ¿Cuatro años del mismo escribetón?

ELENA: Cuatro años de todo diferente. (Lee de una página anterior) “Día 1.247: La panadera ha dejado de sonreír cuando llega el cartero. Ayer vi que rompió una carta sin abrirla.”

Marcos se acerca a mirar el cuaderno

MARCOS: Tienes razón. Escribes como respiras.

ELENA: Tú escribes como corres.

MARCOS: ¿Eso es bueno o malo?

ELENA: Diferente. (Cierra el cuaderno) ¿Puedo preguntarte algo sobre tu guion?

MARCOS: Claro.

ELENA: ¿De qué trata?

MARCOS: (Sonríe por primera vez) De una mujer que lleva años escribiendo la misma historia. Y de un hombre que la descubre en una sala de espera.

Elena lo mira fijamente. Pausa larga.

ELENA: Qué casualidad.

MARCOS: Sí. Qué casualidad.

Se quedan en silencio. Elena abre el cuaderno, escribe una línea y se lo enseña a Marcos

ELENA: “Día 1.461: Hoy conocí a alguien que escribe como yo, pero distinto.”

Marcos lee, sonríe, y añade una línea debajo con su letra irregular

MARCOS: “Hoy terminé un guion que no sabía que estaba escribiendo.”

Elena cierra el cuaderno.

ELENA: Hay dos ritmos para llegar al mismo lugar.

MARCOS: La urgencia…

ELENA: Y la constancia.

Una enfermera aparece en el umbral

ENFERMERA: ¿Familiares de la señora Jiménez?

Ambos se levantan al mismo tiempo

ELENA y MARCOS: (Al unísono) Aquí.

Se miran, se sonríen

ELENA: Hermanos.

MARCOS: Hermanos.

Salen juntos siguiendo a la enfermera

 

[Fin del acto]

Las Siete Moradas de la Escritura

Preguntas frequentes

¿Qué es un escribetón?

Un escribetón es un reto de escritura intensiva, individual o colectivo, que puede vivirse en dos modalidades: sprint (uno o varios días de escritura concentrada) o maratón (escritura sostenida durante unas semanas o meses). Es una práctica guiada y motivadora para, según el escribetón elegido, iniciarse en la escritura creativa, empezar o concluir proyectos literarios, romper bloqueos creativos y crecer como escritor/a.

¿Quién puede participar en un escribetón?

Cualquier persona interesada en escribir, independientemente de su nivel de experiencia. Los escribetones están diseñados para adaptarse a diferentes perfiles: desde quien nunca ha escrito de forma creativa hasta autores publicados que buscan renovar su práctica o terminar un proyecto. Lo único que se necesita es curiosidad por la escritura y ganas de explorar la propia creatividad. No importa la edad, la formación académica o si has publicado antes: el escribetón se ajusta al ritmo y las necesidades de cada participante.

¿Y si no tengo tiempo para escribir?

Cada escribetón requiere un tiempo diferente: desde 10 minutos al día hasta una hora o varias, según el que elijas. Los escribetones están diseñados para adaptarse a tu vida real: si solo tienes 10 minutos, hay escribetones para ti. Si puedes dedicar más tiempo, también. Lo que cuenta es el compromiso de cruzar la línea de llegada.

¿Y si lo que no tengo es dinero pero me apasiona la escritura?

La pasión por escribir no tiene precio, y escribetón.com ofrece múltiples opciones gratuitas para que puedas participar sin coste alguno. Además, ofrecemos descuentos especiales para personas de diferentes colectivos, así como becas parciales y totales para programas premium. Para solicitar estos descuentos o becas, simplemente escríbenos explicando tu situación y te ayudaremos a encontrar la mejor opción para ti. Creemos que el talento y las ganas de escribir no deben limitarse por la situación económica, y que la diversidad enriquece la experiencia de toda la comunidad.

Descuentos especiales para:

  • Comunidad escribetón (para participantes de escribetones anteriores) – 20% descuento
  • Estudiantes (cualquier edad) – 20% descuento
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  • Cuidadores familiares sin ingresos regulares – 50% descuento
  • ONGs y centros educativos – tarifas especiales según número de participantes
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Para acceder a estos descuentos, explícanos tu situación. Valoramos cada caso individualmente, con discreción y con afecto.

¿Qué pasa si no termino el escribetón?

Pues no pasa nada. No terminar no es fallar: es parte del proceso. En escribetón valoramos el progreso sobre la perfección, y cada palabra escrita cuenta, aunque no llegues hasta el final. Muchos participantes descubren que “no terminar” un escribetón les enseña tanto sobre su escritura como completarlo. Además, puedes retomar tu escribetón más adelante, cambiar de modalidad, o simplemente celebrar lo que has conseguido escribir. Lo importante no es cruzar una meta artificial, sino conectar con tu escritura. Aquí no hay jueces, solo compañeros de viaje que entienden que escribir es un proceso humano, con altibajos y ritmos diferentes.